lunes, 25 de febrero de 2013

El dedo de Bárcenas apunta al mismísimo estrellato


Miren ese dedo. Que apunta al estrellato, a lo más alto. Allí donde, cual erudito, yace ya Luis Bárcenas; que  observa a todos desde el cielo. Él grande y el resto pequeñitos. Miren ese dedo y no se engañen. Mejor dicho, no se dejen engañar. Ni es una peineta, ni un corte de mangas. Es una señal. No una advertencia. Aunque, para ser más precisos, también es una alusión a la verdad. Él está arriba y nosotros abajo. Que no todo el mundo acumula 38 millones de euros en Suiza gracias a “su buen hacer”. Que no cualquiera gana seis millones mediante una operación con valores de Endesa en 2007. ¡Ay!¡Quién te creyera! Que no es que no queramos hacerlo, es que resulta complicado. Hasta a usted, Sr. Bárcenas, le costaría creérselo. Reconózcalo. Para ello, quizás, debiéramos recurrir a la Virgen, como tanto gusta hacer a la ministra Báñez, su excompañera de filas.

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