martes, 15 de octubre de 2013

Cuando se cruza el umbral del desahuciado

- ¿Cuánto debe usted de hipoteca?
- Nada. No tengo. Me metí en esta vivienda con mi familia porque los vecinos me dijeron que llevaba ocho años vacía.
- Entonces, ¿son ustedes okupas?
- ...Sí

Tres golpes en la puerta, toc-toc-toc, a modo de contraseña. El sonido metálico resuena en las escaleras del número 15 de la calle Doctor Tolosa Latour. Quien ejerce de guía al periodista ha subido andando. Emigrante, treintañero, gafas de sol y mochila, pelo y tez morena. Se enfunda una camiseta verde, desgastada, donde todavía puede leerse con grandes letras blancas Stop Desahucios. Él prefiere no decir su nombre. Y suena una voz al otro lado, tras ese portón metálico sin picaporte. "¿Quién es?", pregunta. "Soy yo. Vengo con un reportero", responde. Y se oyen ruidos de candados y cadenas. Y un deslizar pesado. Y aparecen dos rostros. "¿De qué medio? Que se identifique. No nos fiamos ya", sentencian (y se justifican).

Abajo, la luz se cuela por los enormes ventanales de un portal iluminadísimo. Allí, cuando brilla el sol, no hacen falta bombillas. Más de medio centenar de personas se aposta ante el edificio. Pancarta en mano, aseguran que se lo pondrán difícil a la policía. Eso sí, añaden, siempre de forma pacífica. Así que cuando un coche de los Locales se detiene en la carretera situada a veinte metros; cuando dos agentes se bajan de la patrullera y se quedan mirándoles; entonces, el grupo no se arruga, y anda hacia ellos, en bandada, gritando consignas. "Asesinos" o "¿Dónde está vuestro número de placa?", se escucha. Y cuando llegan a la acera se detienen, como si existiese una valla invisible que les impidiese continuar, y prosiguen con sus proclamas. Hasta que los policías regresan a su vehículo y se marchan. Primera batalla ganada.

- ¿Han venido ya los de la comisión judicial?
- No, el desahucio es a la una.
- El otro, el de las siete de la mañana, lo habéis parado, ¿no?
- Sí. Escribe que nos han pegado.

Dos plantas más arriba, en el segundo, el rellano se encuentra blindado. Nadie atravesará el umbral sin justificar por qué quiere pasar. Nadie entrará en una habitación repleta de gente; en un salón con suelo de parqué, donde solo se observa un televisor, una mesa y media decena de sillas blancas; donde se aglutinan más de veinte personas, donde se acumulan herramientas junto a la puerta; donde fotógrafos y periodistas freelance ya han ocupado su sitio. Al fondo, tras preguntar por Perla, de 25 años, el camino se abre hasta una ventana. "Me veo en la calle con mis dos niños. Supuestamente, estas viviendas son para las personas, no para que estén vacías", comenta. Y por la ventana se cuelan gritos que llegan de la calle, gritos de apoyo de los concentrados en este barrio de San Fermín, al sur de Madrid. Segunda batalla ganada.



Nerviosa, cuenta los minutos para que llegue la comisión judicial. Angustiada, relata parte de su historia: madre de dos niños, de 8 meses y 6 años, con un marido enfermo de Crohn, ambos en paro, solo perciben la renta mínima. Antes de ocupar este piso, vivían en casa de su suegra: "Allí estábamos quince personas. Los niños cada dos por tres se ponían enfermos; porque, como no teníamos sitio, tenían que dormir en colchones en el suelo". Con las manos en el rostro, se vuelve a preguntar "¿para qué quieren esta vivienda vacía?", y aguanta las lágrimas. Perla deja escapar sollozos.

Llega la comisión judicial. El reloj acaba de marcar la una de la tarde. Y el calendario se para en el día 20 de septiembre. Le dan un respiro a Perla. Le ofrecen un descanso. De 25 días. Tercera batalla ganada. Volverán el 15 de octubre. Para lo mismo, para desahuciar a Perla y a su familia, para echarlos de una vivienda vacía de la EMVS que ocuparon hace nueve meses.

- ¿Por qué okuparon?
-  La única alternativa que tienen es la okupación, que es totalmente legítima. Estos pisos llevan vacíos ocho años.
- ...
- Es lo único que pueden hacer para tener una alternativa digna de vivienda. 

Epílogo: Hoy, martes 15 de octubre, la comisión judicial ha ejecutado el desahucio. Perla (#PerlaSeQueda) y su familia han tenido que dejar su hogar. Guerra perdida.

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